sábado, 27 de noviembre de 2010

10 Salta: Valles


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Alojamiento:Interesados en el nombre contactar por mail
Tipo: Hotel boutique
Valoracion: 9
Comentarios: Antigua casa de familia acomodada, muy bien decorada conservando cierto carácter histórico, a 10 minutos a pie de la plaza 9 de Julio. Atenciones y detalles casi perfectos.


26-Noviembre-2010

Tratar de evitar todas las carreteras de "ripio" puede ser una tarea complicada e imposible si se trara de llegar a San Antonio de los Cobres. Por eso decidimos, siguiendo los consejos de "Estheruka", ir hacia el sur pasando por la Quebrada de las Conchas hasta Cafayate.

También en esta dirección hay que tener paciencia aunque la carretera sea de asfalto, al menos hay que viajar 100 kms atravesando pueblos y campos de cultivos, para que el paisaje comience a ser interesante. Es cierto que a lo largo de todo el trayecto tanto a izquierda como a derecha nos acompañan dos "quebradas", pero en la distancia. Lo verdaderamente curioso comienza unos 50km antes de llegar a Cafayate.

Como si hubiera ocurrido un cataclismo, las laderas de roca sedimentarias se han levantado, hundido, desplazado, etc. Originan un paisaje peculiar, jalonado de montañas y montículos de diferentes colores y formaciones rocosas como la "Garganta del Diablo". En medio de esa "gran escombrera" aparecen unos valles verdes, no hay casas, casi nadie vive aquí.

Cafayate no es nada del otro mundo, tiene la típica estructura colonial que hemos encontrado en varios pueblos de la zona, una gran (digo gran) plaza/parque central, que conforman los edificios históricos: Iglesia, ayuntamiento, etc y algunos otros con los típicos soportales de columnas unidos con arcos de medio punto. Ahora se han convertido en tiendas de recuerdos para turistas y de artesanía local de discutible calidad.


Para un visitante es fácil quedarse aquí y hay quien toma esa decisión, para otros más urbanitas el pueblo se queda demasiado pequeño, hay restaurantes de calidad, alojamientos y sobre todo bodegas. Sin embargo le falta el sabor autentico que encontramos en otros pueblos hacia el norte, cuando recorrimos la Quebrada de Humauaca.

Nos hemos dado cuenta de que casi no hemos hablado con nadie. Durante la comida lo mínimo con la chica que servía la mesa, un refresco en la plaza y casi no intercambiamos palabras. El sol cae a plomo a esas horas del medio día, las pocas personas que parece haber, están resguardadas a la sombra de un árbol o un soportal, no hay actividad a nuestro alrededor, la sensación es algo inquietante. Puede que sea el calor lo que haga que cueste incluso hablar o puede que en realidad simplemente estemos solos.

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